Villacañas comienza con un resumen de su libro que ha dividido en tres partes. El autor de "Imperiofilia" opina que el libro de Roca Barea parte de la idea "nietzscheana" de que existen pueblos superiores e inferiores. Atribuye a los superiores la capacidad producir "nuevos momentos evolutivos de la humanidad", y a los pueblos inferiores, como pueblos pasivos, la capacidad de resistir "todos los procesos de homogeneización que lanzan los nuevos imperios con estas leyendas negras para indisponer a sus públicos". Villacañas lleva la "imperiofobia" de Barea a la "hispanofobia" y de ahí a la "católicofobia", que sería -a juicio del autor- la verdadera intención de Barea aunque no la confiese. Villacañas ve un maniqueísmo en el planteamiento de Barea ("Cristo vs anticristo", "amigos vs enemigos").
A continuación Héctor compara los libros de Barea y Villacañas, partiendo de que "son dos grandes autores". Ambos libros están hechos pensando en el presente. Imperiofilia acierta -según Héctor- en que supera un tanto la visión maniquea del libro de Barea, que nos lleva a una visión casi idílica de la historia de España, oprimida por la leyenda negra. El libro de Villacañas serviría entonces para contrapesar esa lectura al presentarnos también los aspectos negativos de nuestra historia. También Héctor echa en falta en el libro de Barea una crítica al imperio Norteamericano.
Fajarnés cree que Villacañas usa argumentos "psicologistas" para criticar las ideas de Barea al hablar de "resentimientos". También opina que Barea usa algunos argumentos del libro de Bueno "España frente a Europa" pero no reconoce que ha seguido las enseñanzas de Bueno, quizá porque lo considere negativo para las ventas de su libro. También critica Fajarnés que Barea no reconoce los imperios generador y depredador. Tampoco entra en la idea fundamental de "España frente a Europa": la dialéctica de los imperios como motor de la historia.
Villacañas se defiende de la crítica de Fajarnés diciendo que es realmente Barea la que explica la imperiofobia como un complejo. También quiere dejar claro que él no niega la leyenda negra, pero esto no quiere decir que tengamos que ignorar o maquillar algunos aspectos negativos de nuestra historia. También afirma Villacañas que en la actualidad la leyenda negra ya no funciona.
Héctor ve una ruptura de la UE distanciándose del bloque anglosajón, y este último "centrándose en el identitarismo WASP mucho más radical que lo que venía". Uno sería el bloque continental europeo y el otro lo que llama Héctor el bloque "atlantista". Villacañas ve también la conocida fractura entre países germánicos (Norte) y países mediterráneos (Sur), que lleva asi desde los tiempos de Carlos V. Sólo una Europa federal podría acabar con esta fractura, según Villacañas, que además serviría para proyectar una influencia adecuada en América. Villacañas cree que el libro de Barea es "peligroso" porque aislaría a España de los países luteranos en virtud de su Catolicismo.
Héctor cree que uno de los problemas es que "hemos heredado estructuras imperiales a nivel hispano que deberían federarse contra la hegemonía norteamericana, pero en esa coyuntura qué hace España: ¿federarse con el bloque anglosajón?".
Villacañas cree que España no fue un imperio porque nunca nuestros reyes fueron coronados por los papas, ni tuvo España una estructura jurídica imperial. En consecuencia, Villacañas no cree que fuera un imperio generador. Héctor rechaza esta idea y le recuerda que España fundó muchas ciudades y tenía una estructura muy compleja. Llevó a cabo una labor civilizatoria muy considerable que dejó unas instituciones muy sólidas que duraron muchos años. Fajarnés sigue incidiendo en las instituciones que ha dejado el imperio español y aún perduran. El mejor ejemplo sería el idioma español.
Héctor cree que España en cierto modo deja de ser europea cuando se extiende hacia América. Villacañas replica que el potencial de España en América estaba descuidando las relaciones con las demás potencias europeas de la época: "España se estaba desangrando en Europa mientras miraba a América", afirma Villacañas.
Fajarnés comenta que la leyenda negra está tan interiorizada por algunos españoles que es casi imposible ver una película española donde se trate con respeto nuestra historia. Villacañas compara la situación con algunas películas inglesas que pueden ser críticas con la historia del imperio inglés pero al final siempre aparece un elemento de grandeza de la nación que, en cierto modo, redime los errores.
Después Fajarnés entra en la crítica de lo que él considera una confusión detectada en el libro de Villacañas: confundir ideas con conceptos y ausencia de definiciones y clasificaciones. Fajarnés le recuerda que no distingue los tipos de naciones (étnica, política y biológica). Tampoco define el imperio, le recuerda Fajarnés. Villacañas replica que él no ha escrito un tratado de filosofía donde sistematiza las ideas sino un libro que refuta los argumentos de Barea, que no es filósofa. "Si yo tuviera que criticar un libro de Gustavo Bueno -cosa que no excluyo- lo haría con todo el potencial filosófico, pero Barea no es filósofa", explica Villacañas. También Villacañas cree que el de Barea no es un libro que se derive de las tesis de Gustavo Bueno.
Finalmente, Héctor dice: "Yo creo que la crítica que hay que hacer y repensar es al Estado-Nación. Hay una confusión que nos lleva a simplificar: por un lado hay estructuras herederas del imperio, eso se rompe y surgen los Estados-Nación y salen las teorías nacionalistas de los Estados. Y ahí nace el historicismo. Mucha de la leyenda negra es la justificación de las historias nacionales. Y empiezan falsificaciones y no somos ajenos a esas falsificaciones como Estado-Nación. Pero, claro, cómo encajamos lo que fue el imperio español en un producto de él. El nacionalismo fue una de las junturas por donde las ideas francesas rompieron el imperio español."
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*Grabado el 25 de julio de 2019, día de Santiago, patrón de España.