Nuevo episodio de Radio Materialista dedicado a la democracia. Participan los filósofos Pedro Insua Rodríguez, Iván Vélez y Felipe Giménez.
Pedro Insua empieza recordando las formas de gobierno que definía Aristóteles: monarquía (y su forma degradada: tiranía), aristocracia (y su forma degradada: oligarquía) y república o democracia (y su forma degradada: demagogia). Para Pedro la democracia no es un concepto unívoco. Atendiendo al criterio de Aristóteles, la democracia tal como se concibe hoy (como fudamentalismo democrático), estaría degradada y sería demagogia, por cuanto no se orienta al bien común sino a satisfacer los intereses propios de cada uno de los votantes. Esto se comprueba en el escaso interés de los españoles por las cuestiones que tienen que ver con la eutaxia.
Iván Vélez incide en que la democracia no puede cubrir a la totalidad de la población. Tampoco se puede definir por el bienestar del pueblo ya que hay otros regímenes que han buscado también el bienestar de los ciudadanos o súbditos -aunque recurran al "opio del pueblo"- para lograr la estabilidad.
Felipe Giménez cree que estamos en una oligarquía de partidos pero lo acepta, "tiene que ser así", recalca Felipe: "el poder siempre viene desde arriba" (vectores descendentes). Para Felipe el pueblo ha de confiar en una élite "especialista" en materia de poder. Sin embargo, Iván le recuerda que en democracia también están los vectores ascendentes que no se deben obviar: "la desobediencia es una forma de poder", recuerda Iván.
Pedro e Iván opinan que si entendemos la democracia en sentido funcional, entonces evitamos el fundamentalismo democrático en el que parece recaer la mayoría de los demócratas en la actualidad. Pedro recuerda ciertas sociedades como EE.UU. que ha logrado la eutaxia -200 años de existencia- con un sistema democrático y ha logrado nada menos que la hegemonía en el mundo. Felipe recuerda que en la actualidad hay varias naciones democráticas que, en efecto, parecen eutáxicas, pero también recuerda que hay muchas otras que tienen muchos imponderables. Ante esos problemas de distaxia Felipe recuerda que sólo caben dos salidas: una reforma en profundidad o una dictadura provisional para constituir otro Estado democrático en el futuro.
Otro asunto muy controvertido es el de la corrupción. ¿La democracia puede combatir la corrupción? Los tertulianos se muestran muy escépticos en esta cuestión. Pedro opina que el hecho de elegir mediante el voto a un candidato no garantiza que luego ese candidato sea honesto. Además, pueden ocurrir cosas más graves que la corrupción delictiva: la ideológica. Pensar en la propia regeneración democrática para la corrupción ya es una forma de corrupción en sí misma según nuestros contertulios. Felipe invoca a Georges Sorel para afirmar que los Estados democráticos tienen un índice de corrupción más elevado que otros sistemas. Recuerda que Platón advirtió que allí donde el capital fluye libremente aumenta la corrupción. En cambio, cree que se pueden introducir fórmulas más o menos efectivas contra la corrupción delictiva. Aunque también advierte que, viendo cómo está nuestra sociedad, "más que regenerar la democracia, hay que regenerar a la sociedad".
En la actualidad muchos líderes políticos opinan que los mercados tienen el poder y han anulado las democracias. Pero nuestros tertulianos nos recuerdan que el mercado no es libre. La globalización es sólo una idea aureolar: no se puede operar con esta idea como si estuviera realizada ya. Es otro mito neoliberal. Los mercados no imponen sus leyes. Es una concepción ideológica. El mercado está subordinado a los Estados. Esto se ve en la circulación de mercancías: el valor de cambio depende de las sociedades políticas que producen las mercancías e intercambian los bienes. Este es el abecé del marxismo que sigue vigente, según opina Pedro. Por consiguiente, los tertulianos niegan que los mercados hayan "secuestrado" las democracias.
Finalmente, nuestros tertulianos advierten de los problemas funcionales cuando la democracia sale del ámbito estrictamente político. Cuando se pretende aplicar la democracia a un ejército o a la Iglesia católica -por poner solo dos ejemplos- se pueden poner en peligro las funciones de esas instituciones que pueden estar insertas en regímenes democráticos -y de hecho lo están- pero no son democráticas. Ni siquiera la democracia es aplicable al funcionamiento interno de los partidos políticos: la elección de un candidato por las bases no garantiza en ningún momento la calidad de dicho candidato. Pedro pone el ejemplo de la elección de Pablo Iglesias Turrión, un individuo que con su irresponsable acercamiento a los nacionalismos fragmentarios puede poner en serio peligro la unidad de España y, en consecuencia, a su mismo partido que es parte ("partido" viene de "parte") de la Nación política española. Si desaparece España -pongamos en 17 Estados- desaparece también Podemos en cuanto partido español.
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*Grabado el 31 de octubre de 2014.