Nuevo episodio de Radio Materialista con nuestros tertulianos Pedro Insua Rodríguez, Iván Vélez y Lino Camprubí.
Nuestros tertulianos comienzan advirtiendo a los oyentes sobre el nivel de ideologización que hay en los análisis actuales sobre el franquismo, lo que complica sobremanera el entendimiento de ese período de nuestra historia que en absoluto se puede aislar del resto de la historia de España, ni mucho menos de nuestro régimen constitucional actual. Existe -como destaca Pedro- un mecanismo de retroalimentación entre los períodos de la historia. Entonces habría que explicar los mecanismos causales en la historia, pero, lejos de esto, algunos políticos prefieren aislar el régimen franquista como si fuera una "equivocación" en la historia de la que hay que arrepentirse y borrar todo vestigio (damnatio memoriae), un régimen que supuso un retraso a todos los niveles y nos alejó de Europa (un concepto éste que también es muy oscuro y confuso por cuanto Europa son muchos Estados muy desiguales entre sí, naciones que algunas de ellas no superaron a España en diversos aspectos industriales o tecnológicos -por basarnos sólo en un par de parámetros, ya que la idea de avance o retraso es siempre funcional- en los años del franquismo). Un buen ejemplo de esta confusión en los análisis del franquismo nos la aporta Pablo Iglesias (Podemos). El líder de Podemos trata de entender el franquismo desde los parámetros del fundamentalismo democrático actual y esto lo aleja completamente del marxismo, ya que desde el sistema de Carlos Marx tendría que recorrer el camino inverso; esto es, aplicar el materialismo histórico a la idea actual de democracia. Si así lo hiciera -como nos recuerda Lino- vería que nuestra democracia parlamentaria es un producto histórico derivado de factores como la Segunda Guerra Mundial, los procesos de descolonización, el precio del petróleo y, en general, el mercado, el capitalismo consumista de las sociedades industriales avanzadas al que llegó el franquismo en su fase final.
También insisten los tertulianos en definir con precisión el concepto de totalitarismo. Ni el nazismo, ni el comunismo soviético, así como tampoco el franquismo eran totalitarios porque el poder no es sólo descendente (es imposible totalizar la realidad política sólo en los poderes descendentes) ni parte completamente de un dictador ("Franco no gobierna solo", destaca Iván): hay varias tendencias totalizadoras dentro del régimen (en lo que Lino llama "las familias del régimen") que intentan totalizar el poder pero colisionan entre ellas. El resultado es dialéctico en cualquier caso como nos recuerda Pedro.
También analizamos las maniobras del régimen franquista para no participar en la Segunda Guerra Mundial; unas maniobras que en cualquier caso fueron producto de una realidad inexcusable: el ejército español -como destaca Serrano Suñer tras su débil y anecdótica explicación psicologista de los famosos bostezos de Hitler- no tenía capacidad militar tras el desgaste de la Guerra Civil para afrontar una gran guerra altamente tecnológica.
El asunto de la damnatio memoriae es el último asunto que tratan nuestros tertulianos. Quienes proponen destruir los símbolos del franquismo no entienden -como nos recuerda Iván- las ramas y capas del poder que configuran una sociedad política. En efecto, hay involucrados muchos planes y programas que no sólo se ven en las lápidas o callejeros. Si quisiéramos de verdad eliminar todos los símbolos del franquismo, habría que destruir todas las obras de ingeniería (pantanos, fábricas, ferrocarriles, carreteras, etc.) que se hicieron en el régimen. Pero la mayor objeción es que tal labor de demolición (táctica por otra parte, por cuanto todo régimen nuevo trata de justificarse en la crítica del anterior) no es posible en su integridad porque todo lo que hay ahora es consecuencia del régimen anterior, empezando por nuestra democracia parlamentaria que es una continuidad como ya vimos antes.
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*Grabado el 26 de noviembre de 2014.