En este episodio nos acompañan Iván Vélez, Jose Cabo y Felipe Giménez.
Hoy analizamos la idea de felicidad, que parece no tener sentido cuando nuestros tertulianos la despojan de la metafísica que la acompaña y moldea. Por esta razón, Iván comienza afirmando que nadie sabe qué es la felicidad. Y aquellos que creen saber lo que es no pasan de ser "una especie de guías espirituales" que manejan unos conceptos muy oscuros y confusos que, por ignorancia, utilizan como si fueran claros y distintos. Nuestros tertulianos advierten sobre la confusión de las ideas manejadas por los gurús de la felicidad como: "el ser tú mismo", "buscarle un sentido a tu vida", "autorrealizarte", etc. Cabo empieza afirmando que la idea de felicidad no es algo unívoco. Continúa destacando la idea de felicidad en Aristóteles: "sólo es feliz el Acto Puro" porque "se piensa a sí mismo". El resto sólo se puede aproximar a ella con la sabiduría. Así llegamos a la vida contemplativa con Santo Tomás y la Escolástica, que relacionan la felicidad con la divinidad cristiana. Pero esta conexión metafísica se acaba deteriorando en las sociedades del presente y termina convirtiéndose en simple "felicidad canalla", que es el resultado de la "cáscara vacía" en la que termina la felicidad cuando se la despoja de sus contenidos metafísicos. Esa "felicidad canalla" es un hedonismo muy vulgar pero que mueve mucho dinero en el mercado pletórico. Felipe afirma que la felicidad es una seudoidea de la que podemos prescindir perfectamente.
Otro aspecto que critican nuestros tertulianos es el reduccionismo genético en el que caen algunos científicos cuando afirman que la felicidad está en el ADN. Felipe asevera que el hombre no ha nacido para ser feliz sino para perseverar en el ser (Spinoza).
Después abordamos la felicidad en la política. Psicólogos como Martin Seligman creen que la Democracia es el estado supremo de felicidad. Esto es muy interesante porque nos lleva al lugar adonde la seudoidea de la felicidad apunta. Es como si se partiera de un Género humano preexistente que se dirige hacia un destino cósmico, un estado final de felicidad completa (en el sentido de armonía y ausencia de conflictos) que se conseguiría con la forma política "más perfecta" en el final de la historia. Es como si todos los sucesos del curso histórico estuvieran metafísicamente determinados para conseguir un final "feliz". Y esa línea histórica determinista sería el sentido real de la vida. Pero ni el Género humano existe ni, en consecuencia, podemos hablar de un sentido de la vida común a todos los seres humanos.
También hablamos de la felicidad en la empresa. Nuestros tertulianos recuerdan que históricamente siempre se ha tratado de estimular a los trabajadores para conseguir una mayor producción. Era el caso de los esclavos negros en Estados Unidos cuando recogían algodón mientras se les permitía que cantaran "felizmente". En los tiempos actuales se ha intensificado este aspecto con la irrupción de la Psicología en la empresa. Esto ha posibilitado que lleguemos a situaciones que rayan el ridículo cuando se trata de maquillar la dialéctica que existe en una empresa entre los propios trabajadores según el cargo que ostentan. Y es que en una empresa no existe la armonía, como destaca Iván. Todos luchan contra sus rivales por obtener ese ansiado ascenso o por evitar el siguiente expediente de regulación. Pueden solidarizarse unos trabajadores contra otros, e incluso se puede llegar a la huelga si la dialéctica es contra la dirección. Ignorar que todas estas "tensiones" dialécticas existen en la empresa para engañarnos con una falsa armonía feliz, es una ficción que puede traer consecuencias inesperadas, además de un "aborregamiento" de los trabajadores. Felipe cree que la felicidad pretendería anular la lucha de clases y, en ese sentido, podría tener una utilidad para el empresario.
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*Grabado el 26 de enero de 2015.