sábado, 6 de junio de 2015

Radio Materialista - Episodio 27 (Especial sobre el papa Francisco)

Esta semana nos acompañan los filósofos Joaquín Robles López e Íñigo Ongay de Felipe.

Comenzamos analizando la respuesta de Francisco sobre el atentado yihadista contra la publicación satírica francesa Charlie Hebdo: "Si alguien insulta a mi madre puede llevarse un puñetazo". Hay varias maneras de abordar esta cuestión. Joaquín afirma que la libertad de expresión no es un derecho sacrosanto que esté por encima de los demás. Asimismo, nos recuerda que otra vía de abordar el asunto tiene que ver con el famoso dualismo cartesiano (cuerpo y espíritu) que planteaba Gustavo Bueno en El Catoblepas: "el pensamiento no delinque", pero como nos recuerda nuestro tertuliano "las palabras son instrumentos necesarios para referirse a las cosas". También aborda el asunto desde la persecución y asesinato de cristianos, víctimas de la Yihad, en diversos países islámicos. Aquí la postura muy liviana del papa puede ser considerada imprudente. Otra vía que se puede ensayar es la que desarrolla Íñigo: "Si el papa se toma en serio que no hay que ofender a los musulmanes, entonces debería dejar de ser papa, dejar de confesar la divinidad de Cristo, porque eso ya supone la ofensa objetiva teológico-dogmática más fuerte que puede oír un musulmán".

Francisco habla de una política mundial de tipo economicista sin ética que la controle y critica "la idolatría del dinero". Los tertulianos nos recuerdan que esta situación no es nueva y, en todo caso, para cambiarla hacen falta planes y programas efectivos que requieren una posición determinada en el tablero de juego geopolítico. No se puede partir desde la perspectiva del Género humano. Este ejemplo lo ilustra bien. Stalin en mayo de 1935 le comunicó al ministro de asuntos exteriores francés Pierre Laval, que en representación del papa buscaba relajar la presión del comunismo contra los católicos, el siguiente mensaje cargado de realismo político: “Ah, ¡el papa! ¿Cuántas divisiones tiene el papa?”. Pío XII no pudo responder de otra manera: "Nuestras divisiones están en el Cielo". Unos años más tarde, cuando el líder comunista falleció, Pío XII afirmó: "Ahora verá (Stalin) nuestras divisiones". Pero las cuestiones políticas no se resuelven en el Cielo sino en la Tierra. La falta de realismo político del papa y de quienes realizan esos comentarios desiderativos, sin fuerza efectiva para obligar y cambiar la política, simplemente apelando a un voluntarismo utópico, es una consecuencia de la ingenuidad. En esta misma absurdidad recaen ciertos partidos políticos ahora de moda, como nos recuerdan nuestros tertulianos.

Joaquín recuerda que la Iglesia no puede ser pobre porque necesita muchos recursos para llevar a cabo sus planes. Parecen gestos de cara a la galería todos estos detalles del papa para parecer más humilde. También Íñigo nos dice que desde el punto de vista del paradigma del marketing (Peter Berger) podría tener cierta justificación este populismo en la competencia entre las religiones (desde el punto de vista meramente empírico). Pero hay un peligro en disolver el cuerpo mismo de la religión católica si se desprovee a la Iglesia de la liturgia necesaria.

La pederastia es rechazada totalmente por la religión católica pero esto no ha detenido los escándalos en el seno de la Iglesia. Joaquín cree que los lamentables casos de pederastia en la Iglesia, que no son estadísticamente mayores que en otros colectivos como el de los profesores de educación física, son aprovechados por los enemigos de la Iglesia para mancillar su imagen. Nuestros tertulianos se muestran muy escépticos sobre la fuerza que pueda tener el papa para, más allá de su voluntad para erradicar la pederastia, poder controlar un asunto que en muchos casos no trasciende, por razones obvias, las jerarquías eclesiásticas y se disuelve en las complejas instituciones que conforman la Iglesia. También llama la atención que la pederastia no trascienda en el Islam con la misma intensidad, donde está mucho más extendida como estamos viendo con las niñas secuestradas por Boko Haram que están matrimoniando con yihadistas.

El papa Francisco afirma que "si hay un chico que tiene hambre y no tiene educación, lo que nos tiene que interesar es que deje de tener hambre y tenga educación, sea gracias a los cristianos o cualquier otra confesión. La urgencia es tal que no podemos pelearnos entre nosotros (las religiones)." Pero nuestros tertulianos advierten aquí varias incoherencias. En efecto, los niños del Estado Islámico reciben alimento y una educación en el Islam para ser perfectos yihadistas. No es lo mismo el tipo de educación que reciba un niño ni con qué aviesas intenciones le alimentan. Tampoco la educación (¿en qué?) le garantiza su alimentación. El papa se equivoca gravemente si sólo se queda en la vertiente ética y no ve que los individuos están insertos en instituciones morales y políticas que rebasan la categoría ética. Hacen falta entonces planes políticos que requieren, entre otras cosas, una educación colectiva determinada que en el caso del papa no puede ser otra que la educación católica. Esto siempre ha sido de vital importancia para la supervivencia de la Iglesia católica y de las naciones conformadas en torno a ella. Íñigo va más allá y afirma que un católico y un musulmán nunca van a estar de acuerdo desde un punto de vista teológico-dogmático y esto les llevará al enfrentamiento.

Nos preguntamos también si Francisco va a reformar la postura de la Iglesia respecto a la homosexualidad tras los últimos "gestos". Nuestros tertulianos acuden a la lógica de proposiciones para entender este asunto: de la proposición particular no se puede extraer la general; esto es, el juicio que podamos hacer a un individuo no se puede extrapolar a la clase de individuos a la que pertenece (en este caso, la clase de los homosexuales o los transexuales). Esto sólo obedecería a una propaganda para mantener en existencia a la Iglesia en dura dialéctica con el resto de confesiones en el mercado pletórico.

El asunto de los anticonceptivos es lo último que tratamos. Nuestros tertulianos ven cosmética y absurda la distinción entre contraceptivos naturales y artificiales. Quien sostiene que lo natural es puro en contraposición a lo artificial, cae inevitablemente en el metafísico mito del buen salvaje. Íñigo además se pregunta si "el tener hijos como conejos" no habría tenido un funcionalismo en la dialéctica feroz entre Catolicismo e Islam.

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*Grabado el 20 de febrero de 2015.